Las mayores causas de baja productividad

Mucho se ha hablado ya del bullying en las escuelas primarias, de enseñanza media y en las universidades, pero poco se sabe que en las empresas y lugares de trabajo también se da este fenómeno.

De hecho, el bullying laboral o mobbing es tan común que lo más probable es que o lo hayas experimentado o hayas sido testigo de este abuso a algún compañero de trabajo.

Pero, ¿qué es exactamente el bullying laboral o mobbing? Cuando se piensa en bullying la primera imagen que nos viene a la mente es la de un estudiante fortachón amenazando apuños a un nerd o las clásicas chicas chismosas y crueles burlándose de alguien menos popular; pero la realidad es que muchos adultos sufren bullying a diario en sus lugares de trabajo.

De acuerdo al Workplace Bullying Institute, una organización radicada en Washington, Estados Unidos, creada para ayudar a los empleados que sufren bullying, el término se puede definir como “maltrato lo suficientemente severo como para comprometer la salud de de un empleado, poniendo en peligro su carrera laboral y haciendo tensas las relaciones con sus familiares y amigos”.

En otras palabras, el bullying laboral es aquel comportamiento abusivo que hace que los empleados se sientan incómodos y que tiene un impacto negativo en la vida de los empleados dentro y afuera del lugar de trabajo.

 El bullying laboral incluye:

– Amenazas personales

– Comentarios despectivos

– Humillación pública

– Tácticas de intimidación

– Abuso verbal

– Excluirte a propósito de reuniones o discusiones

– Demandas excesivas, fechas límite imposibles o peticiones irrazonables

Por lo general, los bullies tanto en las escuelas como en los lugares de trabajo, son aquellas personas que por sus propias inseguridades tienden a intimidar y humillar a sus “objetivos” con la esperanza de ganar o mantener cierto poder y status.

Pero específicamente en el ambiente laboral, el bullying ocurre de gerentes o directivos a sus empleados, con la diferencia de que en la primaria podías hablar con la maestra de confianza o con algún orientador; mientras que aquí el riesgo de perder el trabajo está en juego.

Este fenómeno también ocurre entre compañeros de trabajo del mismo nivel, y aunque emplean las mismas tácticas que los supervisores (hostigamiento, ofensas, abusos, etcétera), su propósito es avanzar en sus carreras y no permitir que los demás resalten o consigan promociones ni aumentos de sueldo.

El campo laboral no siempre es fácil, y no son pocos los que sufren de bullying y acoso, dos formas de violencia que implican discriminación. Ambas pueden tener serias consecuencias en la salud y el bienestar personal, familiar y profesional. Averigua cómo puedes identificarlas, manejarlas y, llegado el caso, reportarlas.

Frecuentemente pensamos en el acoso en términos sexuales, pero este mal tiene muchas otras caras, es discriminatorio y está en contra de la ley. Se da a través de conductas o comentarios inapropiados referentes a la raza, religión, género, edad o discapacidades de una persona.

De acuerdo con la Comisión Federal de Comunicaciones de EEUU, se considera a estas acciones como acoso cuando son tan severas que crean un ambiente hostil de trabajo. Pueden provenir de jefes, compañeros o proveedores, y se componen de:

– Hostigamiento sexual, con comentarios lascivos acerca de la figura femenina, roces corporales intencionados, insinuaciones, bromas, correos electrónicos o gestos obscenos.

– Comentarios o acciones despectivas en relación a la raza.

– Palabras denigrantes relacionados con el género de una persona, su religión o edad.

– Menosprecio o intimidación a las personas con capacidades diferentes.

– Injusticias por parte de los supervisores, que afecten el status laboral, dando lugar a despidos, cambios de departamento o falta de ascensos.

Por su parte, existe otro tipo de agresión, que si bien puede sonar más como un problema escolar, también se da en los trabajos.

Nos referimos al bullying. El Departamento del Trabajo y la Industria del Estado de Washington lo define como aquellas acciones repetidas que buscan intimidar, degradar, humillar o socavar a una persona, y que bien pueden sabotear su trabajo o poner en riesgo su integridad. Puede darse a través de compañeros o jefes, de la siguiente manera:

– Con críticas desmedidas o amonestaciones injustificadas.

– Con un trato diferente a los demás.

– Creando un ambiente social excluyente.

– Por medio de gritos o humillaciones.

– Por un exceso de monitoreo o interrupciones en las labores del individuo.

– Cuando constantemente se piden proyectos imposibles de cumplir, o con fechas de entrega no viables.

Las consecuencias del bullying laboral

Además de la tensión y malestar evidentes, la misma institución señala que una situación como esta puede llevar a las personas a sufrir altos niveles de estrés, problemas financieros por ausencias en el trabajo, autoestima baja, problemas músculo-esqueléticos, fobias, trastornos digestivos y del sueño, depresión y tensión familiar. Y, como es lógico, un bajo desempeño laboral.

Según informa un sitio especializado en este tipo de agresiones, Work Place Bullying, las víctimas de bullying laboral pueden experimentar síntomas como náuseas la noche antes de ir a trabajar, vergüenza de compartir su problema con familiares o amigos, apatía y desgano en los días de descanso, sentimientos de culpa y creencia de que son ellos quienes provocan el problema.

 Cuando se piensa en bullying lo primero que se viene a la mente es la imagen de un niño violentado por sus compañeros física o psicológicamente, de forma directa, a través de rumores o por medio de las redes sociales. Sin embargo, la realidad es que, hoy en día, muchas personas adultas también sufren bullying laboral, siendo a diario víctimas de acoso en su trabajo.

De acuerdo a especialistas, el bullying se ejemplifica comúnmente con un estudiante amenazado, agredido y hasta golpeado, evidenciando niños deprimidos e inseguros, violentados por sus compañeros con palabras ofensivas, indirectas, sobrenombres, rumores, burlas crueles, ya sea de manera directa o a través de las redes sociales. Sin embargo, la realidad es que muchos adultos también sufren de bullying, propiciando consecuencias graves ante un maltrato suficientemente severo como para afectar la salud de un empleado víctima de bullying laboral.

¿Qué es exactamente el bullying laboral?

A decir la información de organizaciones creada para ayudar a los empleados que sufren bullying laboral, el término se puede definir como un maltrato lo suficientemente severo como para comprometer la salud de de un empleado, poniendo en peligro su carrera laboral al grado de afectar las relaciones con su familia, amigos y pareja.

En otras palabras, el bullying laboral quiere decir que es aquel comportamiento abusivo que hace que los empleados se sientan incómodos, humillados e inferiores, generando un impacto negativo en su vida dentro y fuera del lugar de trabajo.

 

Asimismo, en el ambiente laboral, generalmente el bullying ocurre de parte de gerentes o directivos, siendo quienes capitalizan el miedo para mantener el poder: se muestran seguros, confiados y superiores a todos los demás, tanto personal como laboralmente, además estas personas buscan a compañeros de trabajo o subordinados que parezcan pasivos o dóciles para hacerlos sus víctimas.

Este fenómeno de hostigamiento, ofensas y abusos, también ocurre entre compañeros de trabajo del mismo nivel laboral y tiene como propósito destacar, avanzar en sus carreras y no permitir que los demás resalten o consigan aumentos de sueldo.

Normalmente todo comienza con una broma que siempre está dirigida al compañero más introvertido del grupo pero, a medida que pasa el tiempo, las bromas se incrementan tanto en cantidad como en dimensión, llegando a sobrepasar lo que una persona puede tolerar. Al parecer las personas que practican bullying no se dan cuenta de que lo están haciendo y no lo asimilan hasta que el compañero que se ha vuelto centro del juego explota.

 

El problema radica en que este tipo de conductas provocan que las personas adopten una actitud defensiva, violenta e incluso se produzca incumplimiento laboral, ya que su ambiente de trabajo ha pasado a volverse un calvario. El aspecto emocional y físico se desgasta severamente y más cuando la víctima de este tipo de acoso lo aguanta por no tener problemas y por el miedo a perder su trabajo o hasta por quedar como una persona quejumbrosa y mentirosa.

Pero, ¿qué es lo que realmente pasa con las víctimas que sufren bullying laboral? Expertos señalan que las consecuencias de este peligro silencioso, por el hecho de no existir códigos de conducta específicos que detallen qué es el abuso laboral, indican que el impacto que puede llegar a tener una persona acosada podría ser incluso fatal.

Asimismo, cuando el bullying laboral persiste hacia un compañero de trabajo para dañar su autoestima, puede afectar su productividad, lo que puede ocasionar una baja en el rendimiento laboral de 30 y hasta 60 por ciento.

Señalan expertos que el bullying es un proceso complejo de victimización que va más allá de las discusiones o malas relaciones entre compañeros, y que se diferencia de éstos por su naturaleza, su duración, su intensidad, sus formas, sus protagonistas, sus consecuencias y sus ámbitos, y su significado se relaciona con conductas como la intimidación, la amenazas, los malos tratos físicos continuos, humillaciones en público, el rechazo social, el chantaje, los insultos reiterados, los motes, situaciones de abuso en las que no hay provocación previa por parte de la víctima y en las que existe intencionalidad por parte de las personas agresoras.

 

En México, este tipo de fenómenos no ha sido estudiado sistemáticamente, por lo que no hay cifras ni referencias oficiales sobre la extensión, el grado, el carácter y las tipologías particulares que asume el hostigamiento laboral. Sin embargo, se estima que tres de cada diez mujeres son víctimas de estas prácticas de bullying en sus trabajos.

En ejemplo, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de las Mujeres, esta situación se da por un desequilibrio o abuso de poder en la relación y la persona agresora se aprovecha de situaciones en las que la víctima está en una situación de inferioridad.

Como muestra, una situación de maltrato o agresión no es un hecho aislado o que ocurra en una sola ocasión, es decir, se presenta de manera reiterada, mientras que las conductas de acoso e intimidación utilizados por la persona agresora hacia la víctima en un lugar de trabajo pueden ir desde el maltrato físico, amenazas, minimizar su trabajo, esconder objetos o pertenencias, agresiones verbales como insultos, amenazas y rumores, o aislar, excluir o ignorar.

 

Asimismo, muchos adultos que sufren bullying laboral creen que su única solución es soportar el problema, ya sea porque son el principal sustento para su familia o porque creen que existen muy pocas oportunidades laborales como para renunciar.

Lamentablemente el bullying no desaparece de un día para otro y el empleado que lo sufre se va volviendo cada vez más débil ante el acoso. Las personas que sufren bullying laboral creen que se encuentran atrapadas en una situación sin solución, cuando en realidad existen muchas cosas que se pueden hacer al respecto.

¿Qué señales hay cuando se está sufriendo bullying?

1. Asignación de trabajos sin valor o utilidad alguna.

2. Evidenciar delante de los compañeros y decir que es ineficiente.

3. Generar rumores o intrigas sólo por el hecho de desprestigiar.

4. Que limiten información necesaria para el trabajo y descarten en participaciones de juntas.

5. Interrupción constante e impedir la expresión.

6. Desmoralizar, a través de varias acciones, continuamente.

7. Tratarle de una manera diferente o discriminatoria, usar medidas exclusivas contra él, con vistas a estigmatizarlo ante otros compañeros o jefes (excluirle, discriminarle, tratar su caso de forma diferente).

8. Ignorarle o excluirle, hablando sólo a una tercera persona presente, simulando su no existencia como si fuese invisible.

9. Criticar continuamente su trabajo, sus ideas, sus propuestas, sus soluciones, etc.

10. Monitorizar o controlar malintencionadamente su trabajo con vistas a atacarle o a encontrarle faltas o formas de acusarle de algo.

11. Castigar duramente o impedir cualquier toma de decisión o iniciativa personal en el marco de sus responsabilidades y atribuciones.

12. Bloquear administrativamente a la persona, extraviando, retrasando, alterando o manipulando documentos o resoluciones que le afectan.

13. Ridiculizar su trabajo, sus ideas o los resultados obtenidos ante los demás trabajadores, caricaturizándolo o parodiándolo.

Las fases desarrolladas por Leyman (1996) son las que a continuación muy resumidamente paso a nombrar:

Primera fase: Se inicia el acoso psicológico La primera respuesta es la desorientación, no se explican el porqué de la presión, pero no actúan contra ella, además confían en que más tarde o temprano la presión pasará. Si esto continúa el acosado/s empiezan a preguntarse en qué han fallado y qué tienen que hacer para que cese el hostigamiento, aquí aparecen trastornos del sueño e ideación recurrente así como los primeros signos de ansiedad y algunas alteraciones en hábitos alimenticios. En esta fase ya se ha identificado al acosador y se intenta el cese de la presión por medio de una solución no demasiado llamativa, esperando el entendimiento. Así pues, la víctima se encuentra en un “impasse” buscando la forma de resolver el problema sin que se vea perjudicado su estatus laboral o puesto de trabajo. Suele buscar ayuda en sus relaciones más cercanas encontrando incomprensión y falta de contribución. En este momento se siente totalmente aislada. Se encuentra el acosado/a en un debate entre dos alternativas: negación del problema por un lado y la necesidad de enfrentamiento abierto hacia el acosador.

Segunda fase: Se abre el conflicto Graduación más incisiva del acoso psicológico hacia la víctima, con el objetivo de intimidar a la misma y hacerle notar que cualquier movimiento para defenderse de su acosador solo conseguirá acrecentar el hostigamiento. A veces hay amenazas, de carácter punitivo, dirigidas explícitamente hacia el estatus o la seguridad laboral del acosado.

Tercera fase: La intervención de los superiores Ante el incremento de la presión, la persona/o grupo acosado puede recurrirá algunas personas de la organización que pudieran ayudarle a afrontar el problema (generalmente personas con cierto ascendiente o capacidad de influencia en la organización). La víctima sigue buscando que no sea de conocimiento público, por lo que la respuesta de estas personas de la organización tiende a ser positiva pero inoperante. Comienzan los primeros sentimientos de rechazo y de marginación, se empieza a sentir aislado y aparecen los primeros sentimientos de culpa y con ello algunos “brotes” depresivos. Si la persona se dispone a aguantar lo que sea necesario se entra directamente en lo que denominamos la espiral del Mobbing, que se caracteriza por un bucle de retroalimentación negativa en el que, la presión del acoso incidiendo en los síntomas patológicos, y éstos en la ineficacia de la respuesta laboral, justifican y refuerzan el hostigamiento de manera progresiva, llegando a agravar el problema hasta hacerlo insostenible. La víctima comienza a perder interés por su tarea y aumenta la preocupación hacia su salud (aquí comienzan las visitas a los distintos profesionales de la salud), además de ser carne de cañón para distintos problemas psicológicos (depresión, ansiedad…), verse mermado también el plano social y rendimiento laboral como una propensión a conductas de tipo adictivo (tabaco, alcohol, drogas…), por lo que se acaba recurriendo a una incapacidad laboral transitoria habitualmente.

Cuarta fase: La huída Se hace insostenible la presencia en el ambiente laboral. La persona opta por buscar soluciones fuera del domino de la organización laboral a la que todavía pertenece, bien soportando la presión yéndose en cuanto se puede o prejubilándose amargamente si ya es tarde para buscar otras opciones.

 

el síndrome de burnout

Traducido al castellano significa “estar o sentirse quemado, agotado sobrecargado, exhausto”, fue definido por vez primera por el psicoanalista alemán Herbert J. Freudenberger en 1974 como un “conjunto de síntomas médico-biológicos y psicosociales inespecíficos, que se desarrollan en la actividad laboral, como resultado de una demanda excesiva de energía”.

Este término ha sido un tema muy estudiado, sobre todo a partir de los trabajos de C. Maslach (1976) quien dio a conocer esta palabra de forma pública en el Congreso Anual de la Asociación de Psicología APA, refiriéndose a una situación cada vez más frecuente entre los trabajadores de servicios humanos.

 

Es ya en 1996 cuando Maslach y Jakson consideran el burnout como un proceso de estrés crónico en el que se pueden encontrar tres dimensiones:

El cansancio emocional Consistiría en una disminución o pérdida de recursos emocionales, caracterizado por la pérdida progresiva de energía, desgaste y agotamiento. Este constituye el elemento central del síndrome y se caracteriza por una sensación creciente de agotamiento en el trabajo, desde el punto de vista profesional. Aquí el sujeto trata de aislarse de los demás, se desarrolla una actitud impersonal, mostrándose distanciado, a veces cínico y usando etiquetas despectivas o bien tratando de hacer culpables a los demás de sus frustraciones y disminuyendo su compromiso laboral.

La despersonalización Se refiere a una serie de actitudes de aislamiento, de pesimismo y negativismo, que va adoptando el sujeto y que surgen para protegerse del agotamiento. Existe un distanciamiento frente a los problemas, e incluso se culpabiliza a los demás del propio problema.

La falta de realización profesional El sujeto puede sentir que las demandas laborales exceden su capacidad, se encuentra insatisfecho con sus logros profesionales, aunque también puede surgir el efecto contrario en el que el sujeto redobla sus esfuerzos, capacidades e intereses aumentando su dedicación al trabajo y a los demás de forma inagotable. Es un sentimiento complejo de inadecuación personal y profesional al puesto de trabajo, que surge al comprobar que las demandas que se le requieren exceden de su capacidad para atenderlas debidamente. Suelen haber respuestas negativas hacia sí mismo y el trabajo, estado de ánimo bajo, agotamiento físico y psíquico, descenso de la productividad en el trabajo, lo que conlleva una escasa o nula realización personal.

Este síndrome está considerado como una variable continua, que se extiende desde una presencia de nivel bajo o moderado de sintomatología hasta niveles elevados, de forma que una persona puede experimentar los tres componentes varias veces en diferentes épocas de su vida y en el mismo o en diferente trabajo.

Se podría así diferenciar el síndrome de burnout en tres estadios que se corresponden con los tres componentes esenciales:

 

Primer estadio: Las demandas laborales exceden los recursos materiales y humanos, dándose una situación de estrés. Hay una serie de factores que nos conducen al estrés como: desencanto en el trabajo, exceso de compromiso, responsabilidad y enfrentamiento a situaciones difíciles y un excesivo contacto directo con otros seres humanos. Aquí aparecen las primeras respuestas de hiperactividad, trabajan más horas sin cobrarlas, sienten que nunca tienen tiempo, manifiestan sentimientos de desengaño, etc. A continuación disminuye el nivel de compromiso, comienza a deshumanizarse la tarea, se altera la atención, se tienen aspiraciones excesivas, comienza la pérdida de ilusión, aparecen celos y problemas con el equipo de trabajo. Además también comienzan las reacciones emocionales, sentimientos de culpa, depresión, agresividad y se inicia una desorganización progresiva, disminuyendo la capacidad cognitiva, la creatividad y la motivación. Poco a poco se va instaurando la indiferencia y se manifiestan reacciones psicosomáticas. Empieza a aparecer la desesperación e incluso en situaciones de extrema gravedad puede haber intentos de suicidio.

Segundo estadio: Por los excesos o sobre esfuerzos que el sujeto daría como respuesta al desajuste sufrido, aparecen las respuestas de ansiedad y agotamiento. Esto exige al sujeto una adaptación psicológica.

Tercer estadio: En este estadio hay un cambio de actitudes frente a lo que le supone una situación laboral intolerable. Esta fase requiere tratamiento adecuado del sujeto en todos sus componentes tanto físicos como psicológicos

 

En cuanto a los trabajos que mayor riesgo o más probabilidad tienen de padecer burnout se pueden agrupar en tres ámbitos, el de la educación (profesores, docentes, maestros…que cada vez asumen mayor número de funciones y que poseen deficiencias ambientales donde ejercen su trabajo, muchas veces sin casi apoyos de las organizaciones), aquellos que ofrecen un servicio al ciudadano (policías, bomberos, servicios de emergencia, funcionarios de prisiones…que constantemente se ven sometidos a situaciones de estrés que acontecen de forma imprevisible y con grandes demandas por parte de los usuarios) y los profesionales de la sanidad (médicos, ATS, profesionales de dedicados a la salud mental, asistentes sociales…que desarrollan sus funciones en contacto directo con los pacientes, y estos a su vez llegan “cargados” debidos a sus diferentes afecciones y a su particular forma de sentirlas)

Con respecto a las respuestas del burtnout estaría en primer lugar la respuesta cognitiva, caracterizada por pensamientos de desamparo, impotencia, fracaso, baja autoestima….En un segundo lugar estaría la respuesta física-emocional, caracterizada por cansancio, pérdida de peso, dolores osteoarticulares, cefaleas, trastornos del sueño, taquicardias, baja concentración y alteraciones gastrointestinales. En tercer lugar a nivel conductual se podría caracterizar un consumo elevado de café, alcohol, fármacos y drogas ilegales, absentismo laboral, bajo rendimiento personal, aumento de conductas violentas, conflictos interpersonales en el trabajo y el ambiente familiar.

Como posibles situaciones desencadenantes, encontraríamos la sobrecarga de trabajo y ocupación poco estimulante, la poca o nula participación en la toma de decisiones, la falta de medios para realizar la tarea o la excesiva burocracia donde no importa el resultado, solo hacer las cosas de una determinada forma. Habría como consecuencias una pérdida de identificación con lo que se realiza, una percepción de que no se recibe refuerzo cuando el trabajo se desarrolla con eficacia, pudiendo haber no obstante castigo por hacerlo mal, y baja expectativa de qué hacer para que el trabajo sea tenido en cuenta y valorado.

Consecuencias del bulling laboral

1. Deterioro de la confianza en sí misma y en sus capacidades profesionales por parte de la víctima.

2. Proceso de devaluación personal.

3 Desarrollo de la culpabilidad en la víctima

4. Creencia de haber cometido verdaderamente errores, fallos o incumplimientos.

5. Enfermedades físicas, como insomnio, ansiedad, estrés, irritabilidad, fatiga, cambios de personalidad, inseguridad, torpeza, indecisión, conflictos con otras personas e incluso familiares, problemas de relación con la pareja y depresión.

6. Bajas laborales que el acosador suele aprovechar contra el trabajador.

Consecuencias físicas

Se da un amplio elenco de somatizaciones: trastornos cardiovasculares (hipertensión, arritmias, dolores en el pecho, etc.), trastornos musculares (dolores lumbares, cervicales, temblores, etc.), trastornos respiratorios (sensación de ahogo, sofocos, hiperventilación, etc.) y trastornos gastrointestinales (dolores abdominales, nauseas, vómitos, sequedad de boca, etc.).

Consecuencias psíquicas

Ansiedad, estado de ánimo depresivo, apatía o pérdida de interés por actividades que previamente le interesaban o le producían placer, alteraciones del sueño (insomnio e hipersomnia), profundos sentimientos de culpabilidad, aumento del apetito, distorsiones cognitivas (fracaso, culpa, ruina, inutilidad, etc.), hipervigilancia, suspicacia, labilidad emocional con llanto frecuente, ideas de suicidio no estructuradas, sin plan ni intentos de suicidio, sentimientos de impotencia e indefensión, miedos al lugar de trabajo, a coger el teléfono, a enfrentarse con su jefe, miedo a volver a trabajar y a no ser capaz de desempeñar su trabajo adecuadamente, miedo a salir a la calle, expectativas negativas sobre su futuro, atención selectiva hacia todo aquello relacionado con el fracaso, disminución de la capacidad de memoria y dificultades para mantener la atención y pensamientos recurrentes sobre la situación de mobbing (García y Rolsma, 2003; Fornés, 2002).

En la víctima se dan cambios de personalidad con predominio de rasgos obsesivos (actitud hostil, y suspicacia, sentimiento crónico de nerviosismo, hipersensibilidad con respecto a las injusticias), rasgos depresivos (sentimientos de indefensión, anhedonia, indefensión aprendida) (Gómez, Burgos y Martín, 2003) y alteración del deseo sexual (hipoactividad sexual, etc.).

 

Consecuencias sociales

Los efectos sociales del acoso laboral se caracterizan por la aparición en la víctima de conductas de aislamiento, evitación y retraimiento (INSHT, 2001); así como la resignación, el sentimiento de alienación respecto a la sociedad y una actitud cínica hacía el entorno (Gómez, Burgos y Martín, 2003).

Se suele generar alrededor de la víctima un aislamiento progresivo, debido, en parte, a la retirada de algunos de sus amigos, que al ver la situación le dan la espalda y desaparecen, junto con el aislamiento activo que la víctima ejerce. No quiere estar con otras personas para no tener que dar explicaciones sobre su salida de la organización, y debido a su sensación de fracaso y falta de confianza piensa que el resto de

las personas le consideran un fracasado, y tiene miedo de enfrentarse a las posibles críticas.

Consecuencias laborales

Las consecuencias en el área laboral suponen la destrucción progresiva de la vida laboral de la víctima. Debido al mobbing se suele solicitar una baja laboral por estrés, durante la cual la empresa puede llevar a cabo el despido o negarse a abonarle el salario, difundir rumores sobre la víctima y mentir sobre su salida de la empresa. Con ello consigue presentar una imagen negativa de la víctima, lo que contribuye a disminuir su empleabilidad, y que vaya considerándose a sí misma incapaz para trabajar, y mostrando expectativas negativas sobre su rendimiento y desempeño laboral.

La víctima suele sufrir lo que Piñuel y Zabala (2001) denomina “postración económica”. Desde el primer mes tras el despido, la empresa no le ingresa su sueldo, lo que hace que disminuya considerablemente su nivel económico.

En todo caso, se podría decir que las consecuencias sobre la salud de la víctima dependen de la duración del acoso, la intensidad de la agresión así como su propia vulnerabilidad. El impacto del acoso es más fuerte si se trata de un grupo contra una sola persona que si se tarta de un solo individuo, también parece que el acoso de un superior es más grave que el acoso de un compañero. Se han descrito síntomas clínicos que el acoso produce en la víctima entre los cuales cabe distinguir diferentes estadios (Suárez y otros, 2009):

Estadio de autoafirmación. La víctima detecta el conflicto o el trato despectivo, interpretando que la razón está de su parte y que existe un mal entendido.

Estadio de desconcierto. La víctima se siente desconcertada, duda, no sabe lo que está pasando y comienza a pensar en su probable responsabilidad sobre lo ocurrido.

Estadio de indefensión. En esta fase, la victima se esfuerza para agradar y para que le tengan en mejor consideración; este esfuerzo termina desencadenando un sentimiento de impotencia e indefensión que culmina en un estado depresivo.

Estadio traumático o de ansiedad. Si el acoso persiste, la víctima suelen sentirse vulnerable y presentar un estado de ansiedad, siendo frecuentes las conductas impulsivas y la pérdida de control.

Estadio de estabilización crónica. Es probable que perdure un sentimiento de desvalorización y falta de autoestima, pudiéndose establecer un estado ansioso-depresivo y el trastorno de estrés postraumático.

 

Las posibles soluciones

La publicación menciona que ante esta situación lo primero que debes hacer es reconocer que estás dentro de ella y que no eres el culpable de la misma. Debes evitar el aislamiento, pues te hará sentir peor, por lo cual es recomendable que pases más tiempo con tus seres queridos.

El acoso como forma de discriminación puede tener repercusiones legales, mientras que el bullying aún no está penado por la ley. Sin embargo, en ambos casos es recomendable presentar una queja documentada ante el departamento de Recursos Humanos o la persona a cargo. Este punto es especialmente importante en el bullying, ya que frecuentemente implica acciones discriminatorias.

Se recomienda llevar un registro con las fechas, horas, lugares, situaciones y hechos, reunir documentos que demuestren que las acusaciones de mal desempeño son injustificadas y tener un testigo de las agresiones. También es una buena medida que investigues las políticas de la empresa con respecto a actitudes de falta de respeto, violencia y acoso. De esta manera, podrás presentar un reporte en tu departamento de Recursos Humanos para que pueda tomar acciones.

La Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), ha desarrollado un interesante manual sobre el Acoso Laboral del que me gustaría destacar lo que denominan Quince Estrategias Personales para Superar el Mobbing, basadas en la obra de Piñuel. Se trata de sencillas pautas para luchar en nuestro fuero interno contra el acoso del que seamos víctimas.

Identificar el Problema

Documentar y Registrar las agresiones

Hacer públicas las agresiones

Desactivarse emocionalmente

Controlar y canalizar la ira

Hacer frente al hostigador

Ser asertivo, responder a las calumnias

Proteger nuestros datos laborales

Evitar el aislamiento social

Evitar la autoinculpación

No intentar convencer o cambiar al hostigador

No caer en la inhibición

Autoestimular la capacitación profesional

Solicitar ayuda médica, psicológica y legal

Perdonar al acosador como forma de liberación final

El afrontamiento del Mobbing va a suponer un esfuerzo personal muy intenso que conduzca a la víctima de la autoinculpación a la autoexculpación.

Sólo si es capaz de dar ese paso podrá dar una respuesta contundente a las agresiones y recuperar su autoestima. Pero no se trata de ser héroes. La ayuda profesional será en la mayoría de casos necesaria y fundamental para poder superar el acoso.

Por Vero Mezzini, Sofia Saucedo, Miguel Gomez Martinez, Araceli Calatayud Torres, Ing. Ricardo E. González O.

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